LOS VITRALES DE PIERRE SOULAGES

Desde 1994, una solicitud pública permitió dotar a la abacial de Conques de vitrales, concebidos por el pintor Pierre Soulages.

 

EL ORÍGEN DE UNA OBRA

«Desde los inicios, estuve animado por la voluntad de continuar con esta arquitectura tal y como ha llegado hasta nosotros, respetando la pureza de las líneas y las proporciones, las modulaciones de los tonos de la piedra, el orden de la luz, la vida de un espacio si particular. Lejos de la Edad Media reconstituida, imitada o soñada, perseguí con tecnologías de nuestra época un producto de vidrio en correspondencia con la identidad de esta arquitectura sagrada del siglo XI y sus poderes de emoción artística».

En 1986, después de haber rechazado diferentes proyectos para diferentes edificios, Pierre Soulages acepta con entusiasmo la proposición del Ministerio de la Cultura de realizar, en el marco de una solicitud pública de la Delegación de las Artes Plásticas y de la Dirección del Patrimonio, ciento cuatro nuevos vitrales para la iglesia Santa Fe de Conques situada cerca de Rodez, su ciudad natal.

Es el descubrimiento de esta iglesia, obra maestra del arte románico occidental en el camino de Santiago de Compostela, que determinó su elección de dedicarse a la pintura: «Cuando yo tenía catorce años, fue delante de la abacial de Conques que decidí que, sólo el arte me interesaba en la vida (...). Conques es el lugar de mis primeras emociones artísticas».

AL SERVICIO DE LA ARQUITECTURA

Una cuestión de proporciones

Pierre Soulages se encontraba frente a un inmenso desafío: vestir de luz una de las joyas del arte románico, mundialmente conocido por su arquitectura y por su prestigioso Tesoro de orfebrería que guarda principalmente, la estatua-relicario de Santa Fe.

El artista se lanza inicialmente en un análisis meticuloso y objetivo de la arquitectura «para mantener al margen la afectividad relacionada con los recuerdos de infancia». El plano macizo de esta gran iglesia con deambulatorio y capillas deslumbrantes, sus bellas proporciones, su esbeltísima nave (una de las más altas del arte románico con una elevación que representa más de tres veces su ancho) confieren al lugar una sensación de armonía y de calma, unida a la suavidad del moldeado de las esbeltas columnas, alternando con la firmeza de las aristas vivas de las  pilastras y al carácter finamente tallado de las piedras provenientes de tres canteras diferentes: calcáreo amarillo, gres rosa y esquistos gris-azul

La importancia de la luz

Aunque la iglesia es pequeña (56 metros de largo), ella posee sin embargo una asombrosa cantidad de aberturas (95 ventanas y 9 ranuras). Pierre Soulages también se da cuenta de «la importancia de la disposición de la luz en el edificio». La búsqueda de una calidad de luz adaptada a este espacio es lo que va a guiar al artista en sus estudios y sus trabajos, de 1987 à 1994.

CREAR EL VIDRIO, MODULAR LA LUZ

«El espacio creado es tal que se desea estar protegido de la vista desde el exterior. Necesitaba encontrar un vidrio que no fuera transparente, dejando pasar la luz, pero no la vista (...). Lo que me condujo a fabricar un vidrio particular, un vidrio a transmisión a la vez difuso y modulado de la luz».

Pierre Soulages.

Un paciente trabajo de estudio

Pierre Soulages hace largos estudios – alrededor de 400 pruebas – en el CIRVA (Centro Internacional de Investigaciones sobre el vidrio y las Artes Plásticas) en Marsella en 1988, luego 300 pruebas más en el centro de investigación de Saint-Gobain Vitrage en Aubervilliers. El obtiene entonces un material de vidrio nuevo, realizado a partir de un vidrio incoloro.

El resultado es un vidrio traslucido y no transparente, que deja pasar la luz, pero a la vez es opaco a la vista: un vidrio a transmisión difusa de la luz que no la produce por un efecto de superficie, sino por la manera en que su masa está constituida. Esta modulación de las traslúcidas es la consecuencia natural de una repartición variada de pequeños fragmentos de vidrio, de diferentes tamaños, y de su desvitrificación parcial durante la fusión.

«Lo que me ha guiado, fue la voluntad de revivir la luz modulándola y crear una superficie que sirviera a emitir claridad, relacionándola con el carácter arquitectónico y de los poderes de emoción artística o sagrada propios de ella».

En invento de un método

«En dependencia de la luz y del material que ella traviesa deberían nacer las formas y su organización».

Generalmente, el trabajo de un artista encargado de concebir vitrales consiste en realizar esbozos coloridos que son entregados al vidriero que interpreta y transcribe su idea inicial. Para Pierre Soulages, «los vitrales no podían ser la reproducción en vidrio de una maqueta surgida de un procedimiento pictórico dado». En Conques, él comienza a pintar; solo después de haber examinado todos los vidrios industriales existentes sin encontrar el que él desea y decide fabricar su propio material.

Un procedimiento original, él imagina inicialmente un vidrio particular que crea una luz adaptada al lugar, lo realiza y luego concibe el proyecto.

Pierre Soulages y Jean-Dominique Fleury

Este enfoque inédito en la técnica de los vitrales entrena además un profundo cuestionamiento del oficio para el maestro vidriero Jean-Dominique Fleury, encargado con Pierre Soulages de la realización de los vitrales de Conques: «Mi escritura se convirtió en previsible. Soulages vino alterarla con su visión. Lo que pase en el transcurso de esos tres años será en cada etapa de trabajo, imprevisible, debido a la inmensa carga de trabajo inicial. El resultado nos superará, habrá que pensar nuevamente nuestras habitudes. El material nos obligará por su fuerza».

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EL «BLANCO LUZ »

«Es evidente que los rojos, los azules, todos los colores violentos que encontramos en los vitrales góticos en el norte de la Loira solo podían dañar la delicadeza de la coloración de las piedras y al espacio interior de esta edificación. Tuve el cuidado de respetar la identidad de este edificio, no perturbar en nada la calidad específica del espacio consagrado a la dimensión de las aberturas, de su repartición muy particular. Sólo la luz natural me pareció conveniente».

Paradójicamente, Pierre Soulages en Conques ha escogido los vidrios llamados blancos, es decir incoloros – que respetan las longitudes de ondas de la luz natural – para sus vitrales destinados a remplazar los paneles historiados y polícromos instalados en la segunda guerra mundial.

 

 

EL NACIMIENTO DEL CROMATISMO    

Aquí nada de policromía: solo la voluntad de dejar entrar la luz natural guio los trabajos. Instalando una primera prueba de vitral con el maestro vidriero Jean-Dominique Fleury, Pierre Soulages cuenta su sorpresa cuando descubre cómo, de una modulación de las intensidades de la luz, nacía un cromatismo.

«Cuando, vista del interior, una parte del vitral es muy luminosa, ella aparece más  azulada que en una parte cercana donde la intensidad es menos y de un tono más cálido. Si falta azul, es que esta es reflejada al exterior. Por consiguiente, descubriendo esta relación, concebí vitrales en función de su vista desde el interior y desde el exterior. En el interior, ya no son las superficies negruzcas habituales. Interior o exterior, nacidos de la luz que ellos reciben, están en correspondencia con el edifico que recibe la misma».

LO NEGRO, EL ESPESOR, EL IMPULSO DEL GRAFISMO

Las líneas

El material utilizado, la luz producida y sus modulaciones han estado, así como la arquitectura, al origen del diseño de maquetas: «tuve la necesidad de diferenciar el mundo de la luz y el de la opacidad. El de las aberturas y el de los muros [...]. Sin tomar realmente consciencia, instintivamente evité las repeticiones formales en el diseño de los plomos y de los vidrios. Preferí los oblicuos, más bien fluidos, es decir levemente curveados, más o menos tendidos, esta tensión generalmente dirigida hacia arriba. No hay líneas ortogonales sino flexibles evocando más bien un aliento que una pesadez. Estas acompañan la modulación de la luz sobre toda la extensión de la abertura, donde la unidad no es interrumpida por los contrastes».

De la misma forma, Pierre Soulages eliminó los bordes habituales de los vitrales que delimita generalmente el contorno de las ventanas; deseo además mantener la pureza y la potencia del diseño arquitectural de la abertura, los que une involuntariamente sus obras a los primeros paneles de alabastro utilizados en las iglesias antes del empleo del vidrio.

El trabajo con los cartones

El trabajo con los cartones se inició con Jean-Dominique Fleury y Eric Savalli en los talleres del artista en París y en Sete; se prosigue en el taller del maestro vidriero en Tolosa. Un procedimiento particular fue utilizado: los plomos fueron diseñados con una cinta adhesiva negra del mismo ancho de ellos, aplicado sobre una superficie blanca y lisa de la dimensión de la abertura. La cinta adhesiva podía ser desplazada numerosas veces permitiendo un control visual a distancia para llegar progresivamente al trazo preciso. Jean-Dominique Fleury evoca «la mirada de Soulages dibujando a distancia, dirigiendo el trazado, las bandas de cinta adhesiva colocándose en tensión, con espaciamiento, en rectitud sobre el cartón, proporcionando lo negro, el espesor, el impulso del diseño gráfico».

Les varillas

La documentación técnica indicaba, entre otras especificaciones, la puesta en orden de las varillas y un montaje de plomos. Pierre Soulages quiso que esas barras de acero, indispensables para sostener el vitral, «participaran considerablemente en la organización plástica, también motivado por los ritmos escogidos, la de los plomos y de las formas con un rol de apoyo». Ellas fueron escogidas horizontales y en pares para evitar que divida la superficie a la mitad. Durante la instalación de una abertura de prueba, Pierre Soulages y Jean-Dominique Fleury tuvieron la sorpresa de descubrir que ellas correspondían exactamente a los emplazamientos de las varillas de origen: el trazo del artista coincidía con el de los constructores del edificio...

Los vitrales de Pierre Soulages son, en la actualidad, parte integrante de la arquitectura de la abacial de Conques, de su historia y de su memoria colectiva.

Si los visitantes del mundo entero van a Conques, es para descubrir en un misma dinámica la arquitectura del edifico, su tesoro y sus vitrales, al servicio de esta luz viva «de alguna manera trasmutada», una luz «en correspondencia con la función de esta arquitectura, con la emoción que se experimenta, con respecto a la armonía de ese lugar de contemplación, de meditación y de rezo”.

Una luz en el centro de la obra que construye Pierre Soulages, desde hace más de setenta años.

 

Documentación sobre los vitrales de Pierre Soulages